(Foto sacada de El Pais.es) Me deja
boquiabierta la compostura que es capaz de guardar Camps, incluso en estos momentos, y cuando ya lleva tanto tiempo arrastrando todo este asunto, que por fuerza a de quemarle. Hasta el más inocente y virginal de los
políticos acusaría el
desgaste de una situación así. Pero Francisco Camps no. Él mantiene esa sonrisa imborrable y ese moreno de paseo en
yate.
Ante tamaña incongruencia, uno no puede menos que
sospechar. ¿No le faltará a la actitud del presidente de la Generalitat valenciana un
poquito de
credibilidad? Más que tranquilizarme, a mí la sonrisa cínica de Camps me inquieta.
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